miércoles, 3 de febrero de 2010
El espejo de la memoria de Reynaldo Marcos Padua
Los libros de la Iguana ha publicado el segundo libro de cuentos de Reynaldo Marcos Padua autor de Club de perdedores (cuentos crueles, 2007) y de Águila (novela histórica, 2008). Esta nueva propuesta narrativa del escritor reduce el número de cuentos a cinco: El felino que narra la odisea de un pobre dueño de un león y de otros animales; El extraterráqueo, donde un chico de pueblo ve alterada su vida personal por la aparición de unas luces extrañas y su vida recibe el impacto de la publicidad; Hoy es miércoles, pone voz a un niño de cuarenta años en un monólogo triste e inocente; La dupilicidad, relata las periecias de un profesor frustrado en su búsqueda de amor; El espejo de la memoria, nos cuenta sobre la larga vida de un anciano campesino que tuvo solamente una vez en su vida un amor que ha de seguirle hasta la ancianidad en una obsesiva evasión de su circunstancia.
Los cuentos de este cuaderno presentan la vida pueblerina y están salpicados de humor y sentimiento. El autor, ha dejado un tanto atrás los elementos de crueldad que aparecen en su libro de cuentos anterior, aunque no está totalmente descartado en este. Sin embargo, hay en estos un torrente de vida cotidiana y simple, propia de los personajes que, en su mayoría, están marcados por su origen social y las circunstancias económicas que les rigen.
miércoles, 12 de agosto de 2009
Antología de la poesía Atalayista
desde donde también fueron atacados por tirios y troyanos.
La antología se ocupa no solo de los poetas atalayistas sino también de todos aquellos que estuvieron ligados de alguna forma a ellos, incluso en calidad de contendores.
Por ser un movimiento de vanguardia y su vez un bastión del nacionalismo puertorriqueño bajo la dirección de Pedro Albizu Campos, el movimiento ha estado fragmentariamente conocido.
Ahora, por primera vez, se pone en manos del lector una amplia y destacada participación literaria de todos los poetas de la mejor vanguardia de ese tiempo y aun de los presentes en la Isla.
El reloj del abuelo-de Hiram Collazo
con nuestra Editorial. Collazo corresponde por edad al Grupo Guajana y hasta fue contactado
en sus inicios por Vicente Rodríguez Nietzsche para inicar dicha revista a principio de los años sesenta. Collazo, en ese entonces un comunicador incipiente en WKAQ radio, declinó la honrosa invitación. El también dibujante y pintor, sin embargo, se ha mantenido en la poesía y posee varios libros inéditos.
En El reloj del abuelo, Collazo exhibe una erudición de corte esotérico y fino talante espiritual. Sus versos en la modalidad del verso libre moderno, se ocupan de los problemas contemporáneos del hombre en general, sin perder el lirismo fino que subyace en este hermoso tomo de versos cuya ilustración de portada y viñeta interior son de la autoría del poeta.
lunes, 25 de mayo de 2009
Iris Miranda-Vientos alisios de José A. Vidal
Anotaciones sobre Vientos alisios (2009) de José Antonio Vidal
por Iris Miranda, San Juan, Puerto Rico, 21 de mayo de 2009
Vientos alisios es el primer poemario de José A. Vidal Rivera - Pepín, poeta nacido en Barrio Obrero, San Juan, Puerto Rico un 9 de noviembre de1943. Pertenece a la clase graduanda (1960) de La Escuela Superior Central. Estudió comercio en la Universidad de Puerto Rico, y a pesar de ello es poeta. Su obra ha sido publicada en varios medios como Sala de Escritores, Metáfora, Poesía Pura, Revista Guajana (Internet), Rimar, Pre Urbano, El Boricua, Poetry.com, entre otros. Participa en el 2004 en varios certámenes y obtiene premios por los siguientes poemas: Soy Cantor (Sala de Escritores – 2ndo lugar), Río de un modo franco (Sala de Escritores – 3er lugar), Inaudible (Poetry.com – 1er lugar). Su padre, poeta y mentor, don Samuel Vidal, lo acerca a la poesía desde su temprana adolescencia, pero el tiempo le hace esperar para descubrir su propio talento. Escribe su primer poema de amor cuando era maestro de contabilidad y gerencia en un
instituto comercial a la edad de 30 años. En los 90 viaja a los Estados Unidos y en el año 2000 retoma las musas aunque esta vez en inglés con los poemas: You, The gift, y The winds. En el 2003 la musa regresa al vernáculo con el poema Barrio Obrero que cierra este poemario. José Antonio Vidal se nos presenta como un poeta de madurada amplitud, preciso y respetuoso de los clásicos y los modernos. Además, tiene un espacio en el que regala al mundo su poesía a través de su página de internet: http://www.poemasycanciones.com.
Vientos alisios, su primer poemario formal, comienza con un epígrafe en inglés, estrofa final de su poema The winds (disponible en su página cibernética), y citamos: “ It’s not for me to say/ the tempest will prevail/ but omens can foretell/ the winds are here to stay” traducido al español lee así: “No me toca decir/ la tempestad prevalecerá; / las profecías auguran/ la permanencia de los vientos.” Epígrafe que nos toma de la mano para acompañarnos al interior de este novel mundo poético. El título Vientos alisios evoca un fenómeno típico de los climas tropicales isleños. Es aire fresco que al toparse con el calor de la tierra produce aguaceros en las tardes, lo que se conoce como clima monzónico. Estas corrientes de aire llevan una trayectoria conocida que va generalmente de este a oeste.
Movimiento que advertimos en su poesía que se muestra entre los moldes que van desde lo clásico hasta el versolibrismo. No es para menos, cuando afirmamos que la primera lectura provoca una sensación de admirable extrañeza. Son versos, reflexivos, plenos de serenidad, elegancia y sencillez intimista, que se levantan con la elegancia de sus formas clásicas, del costumbrismo modernista en la sencillez de palabra y lugares comunes, y del vanguardismo en el verbo e imágenes retadoras; influencias que coinciden o alternan en estos versos de estilo único. Caracteriza a cada poema de Vientos alisios, el uso de la palabra exacta, sin necesidad de ambages, el humano reflejo el alma del poeta. El poemario se divide en cuatro secciones, como los puntos cardinales, a saber: Primero, Al margen de la indiferencia que consta de 19 poemas variados en verso libre, serventesios, romances y cuartetas pentasilábicas; Segundo, Infarto de la mente son 12 sonetos de corte clásico y modernista; Tercero, Castillo de los juegos son 12 poemas variados que emplean la redondilla, cuartetas, serventesios, verso libre y otras formas estróficas; y Cuarto, Los héroes de semejante estructura. Estos breves comentarios girarán en torno a su proceso creador y a la temática de la ciudad. I. El proceso poético El proceso poético del poemario es uno que bien podría relacionarse a la metáfora misma de los vientos alisios. Vientos que han recorrido el espacio trayendo multitudes de versos y estilos que se condensan en la tierra-musa del poeta y se derraman como llovizna, aguacero y tormenta en sus versos. No obstante, el poema es en sí mismo una voz de actualidad. Ciudad es el poema de apertura que sienta el tono maduro y a la vez intenso del libro. El poeta se posiciona como un hacedor de imágenes que ha de perpetuar las experiencias vividas en el atardecer de su vida, y citamos: “Con el broche cimbreante del crepúsculo voy a concebir una ciudad”… y finaliza con la enumeración siguiente: “los momentos, los lugares, los parientes, los amores, los amigos, los tesoros” Se trata, pues, de instantes, personas y cosas que han desaparecido de la ciudad real del poeta y que intentará rescatar.
En el poema Mi creación es la reflexión meta-literaria que explora y afirma el carácter de amplitud de su verso. El poeta rechaza, en primer lugar, el acercamiento vanguardista del poeta ser algo parecido a Dios. Nada ha de tener su verso que sea excluyente o bien elitista, sino que enlace “lo disperso” y en el caso de tener el poeta un verdadero poder divino éste sería el de quemar “los dogmas del perverso”. El poema claramente apunta a la libertad creadora por encima de los cánones. De la tercera parte del poemario, Infarto de la mente, comentamos dos hermosos sonetos: "Me alcanzarás" y "Cómo alcanzó". En Me alcanzarás el poeta comunica el proceso de contención, de preparación de su verso que se produce en su madurez. En este sin igual soneto asoma la identidad criolla como una pincelada costumbrista cuando alude a las coplas en diciembre y al quinqué. Del lugar común poético de la vid, las horas, las violetas, el tisú y el incienso, al romero, las coplas y el quinqué. Del tiempo descrito de la llegada de las musas en Me alcanzarás, pasamos al momento de la producción de sus versos, en el soneto Cómo alcanzó. El poeta se posiciona desde la óptica de los de abajo. Crear le es dado desde lo angosto, lo estrecho. A su musa le brinda atributos preciosistas, palesianos, populistas, y citamos: “Tú: lis de mármol, lírica belleza, frase y efigie, pundonor sin tacha, escote sandunguero de cereza, eres el cáliz de mi sien guaracha.” En el poema Diálogo, el poeta recrea el momento en el que la comunicación anhelada con las musas parece no darse porque la pena exige la totalidad del ser y el viento solo trae un silbido ininteligible. Observamos en este poema la inversión del posicionamiento del poeta que va a la altura, no para su vanagloria sino para buscar sus versos. En el poema titulado El verso se desnudan los significados en imágenes modernas: los versos son partos, la palma de las manos del poeta, son incluso gente y hasta coronas para el alma. (¡Qué hermosa manera de describir la alegría que siente el poeta cuando le nacen los versos!) También se establece como una característica ideal la especificidad del lenguaje empleado o el uso de la palabra equilibrada y precisa. Y luego añade que si no se tratara de un verso pulido, ni educado, tendrá su virtud en la pena que expresa, y citamos: “Una palabra del verso, / ni preciosa, ni brebaje, / si refleja el universo/ del amor será pasaje.” Y más adelante: “ Aún falto de virtud, /sin tener la mejor pluma,/hará versos al laúd/ por la pena, si te abruma.” Enlaza, pues, “lo disperso” con el respeto que merece en sí misma toda expresión artística.
En el próximo poema, encontramos un neologismo por título: Marciamos, mezcla proveniente de la palabra marciano de Marte, el dios griego de la guerra y el verbo marchar para significar que el poeta ha de marchar con propósito aunque pague las consecuencias. De todos es el poema menos clásico en su forma, tanto como en su contenido y presentación de imágenes. Es el poema de la esperada tormenta generada por los bien asentados vientos alisios vidalianos. En el mismo se denuncia la decadencia de la poesía cómoda que a cuenta de recibir laureles, puede quedarse dormida y contribuir a desaparecer, las voces de las nuevas generaciones poéticas, y citamos: “La ciudad se sumerge en la usanza de sus letras, sus desmayos, sus frontones. Conformamos el tedio de la hormiga”. I. La ciudad. Vientos alisios es un poemario que comienza en la generalidad de lo urbano con el poema Ciudad que comentamos anteriormente y termina con en el poema, Barrio Obrero también en la ciudad.- En estos poemas, se erigen las escenas, algunas pintorescas, otras lamentables, de sus recuerdos. La soledad, compañía inseparable, es el tema principal en Mía soledad, el recuerdo y los objetos lo rodean: “velloneras, el mullido cojín, un vetusto abanico y la sensación opresora del aire citadino en la bota de plomo y en las arenas que amarran la boca. No obstante el poema mantiene una invitación a su Mía soledad como aceptando ya su irónica e ineludible presencia. Observamos el inverso del lugar común romántico en el poema En el bar que trata sobre el amor de una noche. La ciudad tiene sus costumbres, la prisa es la constante por lo que no habrá caminatas por la calle, ni juramentos bajo la luz de la luna, todo ha de ser rápido y sin eternidad, y citamos: “Quedó el instante, huella sin nombre, tu nombre, inevitable humo.”
De la amada-humo pasamos al tema de la marginación en la urbe, en este caso en dos mujeres. En el poema Amelia nos retrata las vicisitudes de una mendiga que pide para comer y duerme en las calles expuesta al rechazo de la sociedad. Sin embargo, advierte la igualdad de su alma, y citamos: “porque el alma no es más alma en el cielo, ni menos alma en el abismo.” En el poema Un Don impoluto, una niña abandonada llamada Remedios ocupa nuestra atención con minuciosos detalles de su cuerpo descuidado y la figura del Don, símbolo del desprecio del pudiente ante el atropellamiento real y el social de la niña. No podía quedarse en la pluma del poeta, el tema de la intolerancia socio-política a las relaciones homosexuales en Filas largas (Resolución 99), poema de imágenes retadoras y verbo intenso, y citamos: “Cuántas estepas dejarán suspendidas en el tiempo porque no las caminan.[…] Dientes sin marfil flagelan lo genital silvestre.”
El poema final de Vientos alisios es la vuelta a las raíces citadinas. Barrio Obrero es un poema biográfico y descriptivo. Los objetos que acompañan su memoria cobran la vida necesaria para mantener latente el deseo del regreso, y citamos: “Un periódico relata noticias del interior, el bote de la basura es el único lector. Bruno el cantinero sirve. Tati, empina el aguardiente, mis párpados se doblegan de ver a la misma gente. Perros flacos, realengos, la calle pintan de oro. De cemento es la esquina donde husmean su tesoro. Querencias de Barrio Obrero, adormece la rutina, horas vienen horas van y lo mismo se cocina.”
Concluimos estas breves impresiones sobre Vientos alisios haciendo la salvedad de que sólo hemos comentado someramente unos 13 poemas de los 54 que lo componen. De seguro el lector encontrará, al igual que nosotros, la complacencia del encuentro con la fértil musa de José Antonio Vidal, como una experiencia enriquecedora. De seguro el crítico, hallará una fuente inagotable para su ejercicio. Damos, en este momento, la bienvenida al parnaso puertorriqueño a Vientos alisios de José Antonio Vidal. ¡Enbuenahora, poeta!
Vientos Alisios de José Antonio Vidal-Marcelino Canino
Los céfiros resignados en el poemario Vientos alisios de José Antonio Vidal[1]
Por: Marcelino Canino Salgado
Platón sembró en el hombre occidental la desafortunada sospecha contra los poetas, a quienes veía como decidores de dulces fantasías o mentiras. Los poetas eran en ese sentido la antítesis de los filósofos, pues encubrían la verdad en la ambigua forma de la imagen producto de los juegos verbales de éstos. Por eso en la Republica ideal los poetas no tendrían lugar alguno. Más tarde el filósofo reconoce que, si los poetas hacen compromiso social y se apartan de la mentira, pueden entrar en el Estado ideal donde el gobernante será nada menos que un filósofo.¡ Nos libreDios!
Siempre he creído que Platón lingüísticamente estaba a la zaga de los maestros de su época, sobre todo en lo que a la creación poética se refiere. Claro está que confundía el concepto “encubrir” con el concepto “metamorfosear”. Ya con Aristóteles entendimos que en realidad los poetas no encubren la verdad, sino que la visten o desvisten de espléndidos ropajes según sea el caso. Sin entrar en complicaciones semánticas, lo cierto es que, a partir de las diatribas de Platón contra los poetas, a estos se les miró con sospecha, pero contradictoriamente con respeto y con temor. Los poetas, a mi modo de ver, son capaces de percibir matices de la realidad concreta o abstracta que los simples mortales y hombres de cultura y filosofía no son capaces. No me cansaré de repetir que si bien es cierta la necesidad imprescindible de la razón para asuntos racionales, para los que atañen al sentimiento (que requiere una razón distinta) la razón es un cuchillo boto. Y los poetas tienen la percepción bien afilada. Sus ojos son una especie de catalejos y microscopios simultáneos. Son capaces de penetrar las especies más acendradas y herméticas y de descubrir sus esencias definitorias, pero al carecer de un lenguaje exacto, preciso, científico, filosófico, si lo queremos así, no les queda otro remedio que el de acudir a la imagen, a la metáfora, al símil. Es en esa gama de posibilidades de selección que el poeta consigue lo que tan maliciosamente se ha denominado “originalidad”. Me río de la palabra y de la originalidad misma. Original es el barro por ser sustancia primigenia, mas el agua lo ablanda y diluye… Un poeta es capaz de desnudar la verdad y vestirla con otras galas, sin que deje de ser verdad. Un poeta es capaz de radiografiarnos de alma y cuerpo y descubrir nuestras más íntimas virtudes como nuestros más evidentes vicios. No hay duda, Platón, en cierta medida tenía razón, los poetas son de temer cuando perpetran estas actividades… Mas cuando el poeta nos hace conscientes por medio de sus juegos léxicos de la necesitad del nardo, de la urgencia de la rosa, de la perentoriedad del amor, entonces el poeta es el ser más amable y útil que espiritualmente necesitamos en nuestra experiencia vital e intelectual. Recordemos que la inteligencia no está exenta de los afectos. “El corazón tiene razones que la Razón no entiende”.
A todos estos pensamientos y reflexiones me movió la lectura del poemario de José Antonio Vidal, un poeta puertorriqueño nacido en el Barrio Obrero de Santurce el 9 de noviembre de 1943. Bien educado formalmente, a pesar de las paradojas del destino.
El poemario Vientos alisios, estampado por la editorial Los libros de la Iguana, en 2009, tiene 78 páginas en tamaño 8va. Es un cuaderno breve y enjundioso. Fiel al decir de que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
Estructura del poemario
El cuaderno está compuesto por 54 poemas escritos en diversas fechas, ocasiones y motivos. Aunque los poemas no aparecen fechados, no obstante, por la diversidad de estados anímicos que éstos manifiestan, se percibe que no fueron escritos teniendo en cuenta el concepto de la unidad temática. Solo aquellos titulados Heroísmo y los Héroes ( Torres gemelas I y II ) pueden ser fechados alrededor de los acontecimientos históricos a que aluden aquel fatídico 11 de septiembre de 2001 en Manhattan. Los demás parecen haber sido escritos cuando los estados de ánimo del autor le ofrecían el confort creativo necesario, así, pues, todos ellos, indistintamente de si destilan ironía, dolor o esperanzas, parecen logrados con la serenidad del hombre maduro que sonríe a las experiencias azarosas que se presentan cotidianamente. No empece en los poemas hay unidad de procedimiento: El contenido de la forma, o mejor la forma del contenido (Para estar de buenas con Amado Alonso y los formalistas rusos), donde la súper estructura de las formas clásicas y modos de decir propias de las generaciones históricas a las que el poeta Vidal no perteneció, imponen un imperativo de excelencia y, por otro lado, exhiben su concepto del “ars poetique”. Esa solidaridad de afinidades con el pasado inmediato y remoto, con la excelencia de todos los tiempos, no es común en los poetas contemporáneos. Su percepción del oficio de poeta como ejercicio de expresión libre puede apreciarse en su poema El verso. Dice sin titubear y con aparente ingenuidad:
Son el parto de la mente,
Son del escritor la palma,
Se les quiere como gente
Y te coronan el alma.
Una palabra del verso,
Ni preciosa, ni brebaje,
Si refleja el universo
Del amor será pasaje.
Consultará con la prosa,
Llorará en el tiempo huraño
Escribirá con la rosa,
del dolor será regaño.
Aún falto de virtud,
Sin tener la mejor pluma,
Hará versos al laúd
Por la pena si te abruma
Escrito en cuartetas octosilábicas cultas, aconsonantadas de rimas cruzadas, tienen el aire de la tradicionalidad que le da a casi todas sus creaciones de esta naturaleza un élan muy particular. Este tipo de composición estrófica lo lleva también a la forma lírico-narrativa del romance tradicional que, evidentemente no le viene por fuentes populares, sino más bien por la influencia de los románticos como Bécquer, modernistas como Martí y Darío, los posmodernistas como Juana de Ibarbourou y, quizás en nuestro lar, por las lecturas escolares a José Gautier Benítez, Lloréns Torres y Carmelina Vizcarrondo. Esta afirmación no quiere decir que es una influencia directa, sino más bien un leve espectro del aliento del romancero mismo.
Otro tanto habría que decir de los 12 sonetos escandidos perfectamente por José Antonio Vidal. Contrario a lo que esperaba respecto de una factura puramente clásica, además del soneto clásico al estilo de Gracilazo, hay varios donde en vez de emplear el cuarteto puro, utiliza al serventesio, de aliento más modernista. Estos doce poemas constituyen una especie de aguas fuertes donde el poeta deja plasmada su visión irónica y crítica tanto de los azares personales como de la crítica social. El soneto Paradoja, es un fino ejemplo del aliento quevediano:
De los ángeles copa celestial,
Apagarás el frío de este hielo
Si dices donde vuelas y en el vuelo
Llevarás en tu pecho mi caudal.
La noche no responde, me da igual,
No libera de espumas este celo
Porque el pez sin la mar es paralelo
A un hondo precipicio sin final.
Postrado el sentimiento si acorrala
En dos veras al bien que quieres tanto,
No ves, la paradoja es antesala,
Despedida y partícipe del llanto,
Si adorarte fue deuda y me apuñala,
Despedirme es la puerta del quebranto.
Uno de los poemas mejor logrados de este exquisito poemario es el que titula El castillo de los juegos, es un tierno y sereno apóstrofe donde el poeta pregunta al mar, por sí mismo, por el niño que vive en él, por su esencia de pureza infantil, por su niño interior herido. Es un apóstrofe y a la vez un auto consuelo, puede ser considerado como una especie de etopeya lírica en retrospectiva:
Mar, bogas por parajes sin tranvía.
Pregunto si volviste a ver al niño,
Su fortaleza duende, su abadía,
Caracol cincelado con armiño
Y médula novel de rebeldía.
¡ Dime! Hay por tu vera quien oculto
tesoros vede al capulín infante
que ajeno al sombrío hacer da indulto
a la espada y triunfa sobre el gigante.
Mi aventura senil no encuentra dónde
Fue el aventurado ángel palaciego,
Su embrujo y magia busco, no responde,
Y sin castillo, sin merced o conde,
No sabe el duende consumar el juego.
Este extraño soneto shakesperiano basta para tener en grande estima la creación poética de José Antonio Vidal.
Es importante señalar que indistintamente de la unidad de procedimientos respecto de las formas y estructuras, el poemario, aun en su brevedad presenta caracteres caleidoscópicos, de momento algún poema en particular, totalmente distinto al canon general te sorprende intelectual y anímicamente. Este es el caso del breve poema epigramático titulado Carbón donde el poeta con tono casi olímpico sentencia:
La gente gime, del portento habla,
Respinga el culto desangrando al nimio
Y trae dentro la severa tabla
Donde saliva su fagot de simio.
¡Oh!, carbonero, en tu carbón pernocto,
abrazo el bulto que rechaza el docto. (p.66)
El poema resulta hermético dada la ambigüedad y síntesis de la estructura ,así como de la combinación de significantes que crean un significado probablemente contradictorio…¡ Eso es el poema, una tensión de fuerzas que explotan la burbuja de la imaginación del lector! Dentro de este estilo se inscriben, además, los dos poemas que se refieren a los sucesos del fatídico 11 de septiembre de 2001, ya aludidos (p.70-71).
En fin, bien pensado, Vientos alisios revelan a un poeta de temple y sentimientos bien fraguados, conocedor del oficio del poeta, sabe combinar y seleccionar las camaleónicas palabras, y fijar con almizcle de equilibrio la belleza que logra conseguir con el juego combinatorio de múltiples posibilidades. Anímicamente, temáticamente, Vidal no es un poeta de lloriqueos trasnochados, de plantos por la patria irredenta o por el amor perdido. Sin embargo no renuncia a la sutil ironía y crítica mordaz contra los poderosos e insensibles explotadores que solo tienen ojos para sí mismos y pasan de largo ante la miseria humana olvidándose de la caridad. (Véase el poema Un don absoluto p.67-68). Por eso el mensaje de la justicia social, expuesto a sotto voce se hace más evidente y directo. No hay duda de que Vidal es un maestro de la sutil ironía y las formas populares y tradicionales como la copla y el romance se avienen excelentemente a sus intenciones de reclamo de justicia para los depauperados. Por otro lado hay que señalar que sus poemas como expresión personal no ventilan sus angustias amorosas ni sus dificultades existenciales… Respecto del manejo del lenguaje habría que apuntar que Vidal domina un universo léxico-semántico selecto sin caer en las exageraciones y cursilerías de muchos poetas académicos. Su léxico es selecto, sin complicaciones y rehuye a la chabacanería. No hay acritud en su universo poemático. José Antonio Vidal es un poeta que ha sabido mantener el equilibrio entre lo viejo y lo nuevo… Sus vientos huracanados se dulcificaron en sus versos convirtiéndose en sutiles y refrescantes Vientos alisios…
Muchas Gracias…
lunes, 18 de mayo de 2009
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domingo, 17 de mayo de 2009
Vientos alisios de José Antonio Vidal
José Antonio Vidal se entrena con este poemario de sólida confección
y manejo del oficio. Maestría en el uso del soneto. Poeta que por su
ubicación entra en la categoría de los años sesenta. Tesorero de la Junta
de Directores del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Poeta
en su vida, toda la vida, manifiesta en verso su mundo interior a inicios de este nuevo milenio.
AL MARGEN DE LA INDIFERENCIA
No encuentro rosas.
No quedan flores.
¿Dónde abrigarme?
Si los ojos cierro
queda mi desnudez.
Fumo cigarros
para ocultar mi rostro.
Intento inútil
si pienso al humo el igual del muro.
Unos humo, otros muro,
los demás
en el medio.