lunes, 25 de mayo de 2009

Iris Miranda-Vientos alisios de José A. Vidal

Anotaciones sobre Vientos alisios (2009) de José Antonio Vidal

por Iris Miranda, San Juan, Puerto Rico, 21 de mayo de 2009

Vientos alisios es el primer poemario de José A. Vidal Rivera - Pepín, poeta nacido en Barrio Obrero, San Juan, Puerto Rico un 9 de noviembre de1943. Pertenece a la clase graduanda (1960) de La Escuela Superior Central. Estudió comercio en la Universidad de Puerto Rico, y a pesar de ello es poeta. Su obra ha sido publicada en varios medios como Sala de Escritores, Metáfora, Poesía Pura, Revista Guajana (Internet), Rimar, Pre Urbano, El Boricua, Poetry.com, entre otros. Participa en el 2004 en varios certámenes y obtiene premios por los siguientes poemas: Soy Cantor (Sala de Escritores – 2ndo lugar), Río de un modo franco (Sala de Escritores – 3er lugar), Inaudible (Poetry.com – 1er lugar). Su padre, poeta y mentor, don Samuel Vidal, lo acerca a la poesía desde su temprana adolescencia, pero el tiempo le hace esperar para descubrir su propio talento. Escribe su primer poema de amor cuando era maestro de contabilidad y gerencia en un
instituto comercial a la edad de 30 años. En los 90 viaja a los Estados Unidos y en el año 2000 retoma las musas aunque esta vez en inglés con los poemas: You, The gift, y The winds. En el 2003 la musa regresa al vernáculo con el poema Barrio Obrero que cierra este poemario. José Antonio Vidal se nos presenta como un poeta de madurada amplitud, preciso y respetuoso de los clásicos y los modernos. Además, tiene un espacio en el que regala al mundo su poesía a través de su página de internet:
http://www.poemasycanciones.com.

Vientos alisios, su primer poemario formal, comienza con un epígrafe en inglés, estrofa final de su poema The winds (disponible en su página cibernética), y citamos: “ It’s not for me to say/ the tempest will prevail/ but omens can foretell/ the winds are here to stay” traducido al español lee así: “No me toca decir/ la tempestad prevalecerá; / las profecías auguran/ la permanencia de los vientos.” Epígrafe que nos toma de la mano para acompañarnos al interior de este novel mundo poético. El título Vientos alisios evoca un fenómeno típico de los climas tropicales isleños. Es aire fresco que al toparse con el calor de la tierra produce aguaceros en las tardes, lo que se conoce como clima monzónico. Estas corrientes de aire llevan una trayectoria conocida que va generalmente de este a oeste.

Movimiento que advertimos en su poesía que se muestra entre los moldes que van desde lo clásico hasta el versolibrismo. No es para menos, cuando afirmamos que la primera lectura provoca una sensación de admirable extrañeza. Son versos, reflexivos, plenos de serenidad, elegancia y sencillez intimista, que se levantan con la elegancia de sus formas clásicas, del costumbrismo modernista en la sencillez de palabra y lugares comunes, y del vanguardismo en el verbo e imágenes retadoras; influencias que coinciden o alternan en estos versos de estilo único. Caracteriza a cada poema de Vientos alisios, el uso de la palabra exacta, sin necesidad de ambages, el humano reflejo el alma del poeta. El poemario se divide en cuatro secciones, como los puntos cardinales, a saber: Primero, Al margen de la indiferencia que consta de 19 poemas variados en verso libre, serventesios, romances y cuartetas pentasilábicas; Segundo, Infarto de la mente son 12 sonetos de corte clásico y modernista; Tercero, Castillo de los juegos son 12 poemas variados que emplean la redondilla, cuartetas, serventesios, verso libre y otras formas estróficas; y Cuarto, Los héroes de semejante estructura. Estos breves comentarios girarán en torno a su proceso creador y a la temática de la ciudad. I. El proceso poético El proceso poético del poemario es uno que bien podría relacionarse a la metáfora misma de los vientos alisios. Vientos que han recorrido el espacio trayendo multitudes de versos y estilos que se condensan en la tierra-musa del poeta y se derraman como llovizna, aguacero y tormenta en sus versos. No obstante, el poema es en sí mismo una voz de actualidad. Ciudad es el poema de apertura que sienta el tono maduro y a la vez intenso del libro. El poeta se posiciona como un hacedor de imágenes que ha de perpetuar las experiencias vividas en el atardecer de su vida, y citamos: “Con el broche cimbreante del crepúsculo voy a concebir una ciudad”… y finaliza con la enumeración siguiente: “los momentos, los lugares, los parientes, los amores, los amigos, los tesoros” Se trata, pues, de instantes, personas y cosas que han desaparecido de la ciudad real del poeta y que intentará rescatar.

En el poema Mi creación es la reflexión meta-literaria que explora y afirma el carácter de amplitud de su verso. El poeta rechaza, en primer lugar, el acercamiento vanguardista del poeta ser algo parecido a Dios. Nada ha de tener su verso que sea excluyente o bien elitista, sino que enlace “lo disperso” y en el caso de tener el poeta un verdadero poder divino éste sería el de quemar “los dogmas del perverso”. El poema claramente apunta a la libertad creadora por encima de los cánones. De la tercera parte del poemario, Infarto de la mente, comentamos dos hermosos sonetos: "Me alcanzarás" y "Cómo alcanzó". En Me alcanzarás el poeta comunica el proceso de contención, de preparación de su verso que se produce en su madurez. En este sin igual soneto asoma la identidad criolla como una pincelada costumbrista cuando alude a las coplas en diciembre y al quinqué. Del lugar común poético de la vid, las horas, las violetas, el tisú y el incienso, al romero, las coplas y el quinqué. Del tiempo descrito de la llegada de las musas en Me alcanzarás, pasamos al momento de la producción de sus versos, en el soneto Cómo alcanzó. El poeta se posiciona desde la óptica de los de abajo. Crear le es dado desde lo angosto, lo estrecho. A su musa le brinda atributos preciosistas, palesianos, populistas, y citamos: “Tú: lis de mármol, lírica belleza, frase y efigie, pundonor sin tacha, escote sandunguero de cereza, eres el cáliz de mi sien guaracha.” En el poema Diálogo, el poeta recrea el momento en el que la comunicación anhelada con las musas parece no darse porque la pena exige la totalidad del ser y el viento solo trae un silbido ininteligible. Observamos en este poema la inversión del posicionamiento del poeta que va a la altura, no para su vanagloria sino para buscar sus versos. En el poema titulado El verso se desnudan los significados en imágenes modernas: los versos son partos, la palma de las manos del poeta, son incluso gente y hasta coronas para el alma. (¡Qué hermosa manera de describir la alegría que siente el poeta cuando le nacen los versos!) También se establece como una característica ideal la especificidad del lenguaje empleado o el uso de la palabra equilibrada y precisa. Y luego añade que si no se tratara de un verso pulido, ni educado, tendrá su virtud en la pena que expresa, y citamos: “Una palabra del verso, / ni preciosa, ni brebaje, / si refleja el universo/ del amor será pasaje.” Y más adelante: “ Aún falto de virtud, /sin tener la mejor pluma,/hará versos al laúd/ por la pena, si te abruma.” Enlaza, pues, “lo disperso” con el respeto que merece en sí misma toda expresión artística.

En el próximo poema, encontramos un neologismo por título: Marciamos, mezcla proveniente de la palabra marciano de Marte, el dios griego de la guerra y el verbo marchar para significar que el poeta ha de marchar con propósito aunque pague las consecuencias. De todos es el poema menos clásico en su forma, tanto como en su contenido y presentación de imágenes. Es el poema de la esperada tormenta generada por los bien asentados vientos alisios vidalianos. En el mismo se denuncia la decadencia de la poesía cómoda que a cuenta de recibir laureles, puede quedarse dormida y contribuir a desaparecer, las voces de las nuevas generaciones poéticas, y citamos: “La ciudad se sumerge en la usanza de sus letras, sus desmayos, sus frontones. Conformamos el tedio de la hormiga”. I. La ciudad. Vientos alisios es un poemario que comienza en la generalidad de lo urbano con el poema Ciudad que comentamos anteriormente y termina con en el poema, Barrio Obrero también en la ciudad.- En estos poemas, se erigen las escenas, algunas pintorescas, otras lamentables, de sus recuerdos. La soledad, compañía inseparable, es el tema principal en Mía soledad, el recuerdo y los objetos lo rodean: “velloneras, el mullido cojín, un vetusto abanico y la sensación opresora del aire citadino en la bota de plomo y en las arenas que amarran la boca. No obstante el poema mantiene una invitación a su Mía soledad como aceptando ya su irónica e ineludible presencia. Observamos el inverso del lugar común romántico en el poema En el bar que trata sobre el amor de una noche. La ciudad tiene sus costumbres, la prisa es la constante por lo que no habrá caminatas por la calle, ni juramentos bajo la luz de la luna, todo ha de ser rápido y sin eternidad, y citamos: “Quedó el instante, huella sin nombre, tu nombre, inevitable humo.”

De la amada-humo pasamos al tema de la marginación en la urbe, en este caso en dos mujeres. En el poema Amelia nos retrata las vicisitudes de una mendiga que pide para comer y duerme en las calles expuesta al rechazo de la sociedad. Sin embargo, advierte la igualdad de su alma, y citamos: “porque el alma no es más alma en el cielo, ni menos alma en el abismo.” En el poema Un Don impoluto, una niña abandonada llamada Remedios ocupa nuestra atención con minuciosos detalles de su cuerpo descuidado y la figura del Don, símbolo del desprecio del pudiente ante el atropellamiento real y el social de la niña. No podía quedarse en la pluma del poeta, el tema de la intolerancia socio-política a las relaciones homosexuales en Filas largas (Resolución 99), poema de imágenes retadoras y verbo intenso, y citamos: “Cuántas estepas dejarán suspendidas en el tiempo porque no las caminan.[…] Dientes sin marfil flagelan lo genital silvestre.”

El poema final de Vientos alisios es la vuelta a las raíces citadinas. Barrio Obrero es un poema biográfico y descriptivo. Los objetos que acompañan su memoria cobran la vida necesaria para mantener latente el deseo del regreso, y citamos: “Un periódico relata noticias del interior, el bote de la basura es el único lector. Bruno el cantinero sirve. Tati, empina el aguardiente, mis párpados se doblegan de ver a la misma gente. Perros flacos, realengos, la calle pintan de oro. De cemento es la esquina donde husmean su tesoro. Querencias de Barrio Obrero, adormece la rutina, horas vienen horas van y lo mismo se cocina.”

Concluimos estas breves impresiones sobre Vientos alisios haciendo la salvedad de que sólo hemos comentado someramente unos 13 poemas de los 54 que lo componen. De seguro el lector encontrará, al igual que nosotros, la complacencia del encuentro con la fértil musa de José Antonio Vidal, como una experiencia enriquecedora. De seguro el crítico, hallará una fuente inagotable para su ejercicio. Damos, en este momento, la bienvenida al parnaso puertorriqueño a Vientos alisios de José Antonio Vidal. ¡Enbuenahora, poeta!

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